Quiero a mi pareja, pero no a sus hijos

Para mantener a una relación de pareja hay que quererla, pero si no se quiere a sus hijos existe un gran problema que puede incluso llegar a ser insalvable.

Hay que tratar de ponerse en el lugar de los demás y tener empatía sentimental, pues la base de una relación es aceptarla tal cual es, con sus cosas que nos gustan más y con las que menos. La combinación de todas ellas será la que nos haga tomar la decisión que permita iniciar y mantener la relación.

Si queremos a nuestra pareja pero no a sus hijos, podemos acabar poniéndole entre la espada y la pared, pues la relación con un hijo es de por vida y la de pareja se decide en cada día.

Si la relación continua y va a más puede llegar el momento en el que choquemos con el hijo y se produzcan situaciones incómodas y desagradables.

Quiero a mi pareja, pero no a sus hijos

Todo se puede hablar y todo es conciliable si ambos miembros de la pareja tienen las cosas claras. El problema es que en la práctica se puede complicar mucho pues no es nada fácil conciliar la incompatibilidad entre nueva pareja e hijos anteriores.

Suelen ser una complicación adicional:

  • El otro progenitor de los hijos de nuestra pareja que en ocasiones no muestra la actitud adecuada.
  • La propia actitud de nuestra pareja que puede tender a no poner límites a su hijo.
  • La tendencia de buscar planes juntos para unir sin ser consciente de que puede suponer precipitación.

Si una persona quiere a su pareja la tiene que querer como es y ca cual carga su mochila en la que podemos arrastrar vinculaciones personales, familiares, deudas… etc. Por ello hay que ser sinceros y tratar de poner las cartas encima de la mesa antes de comenzar o afianzar algo que no es viable.

Una convivencia precipitada cuando tenemos claro que queremos a nuestra pareja pero existen cuanto menos dudas en relación o si podemos gestionar adecuadamente la relación con sus hijos de relaciones previas, tendremos que ir ante la duda despacio y sobre seguro.